Diario del arte no es delito, al abrirlo Don Cece del Valle de Uixó , detiene entre sus dedos la pluma de escribir del papel, contemplando una vieja fotografía que encuentra entre sus páginas. En ella, se contempla como en un espejo evolutivo de hombre nostálgico cuarentón, aunque recio y lleno de vigor , pero con la melancolía del que tiene un pasado reciente perdido, y un futuro consecuentemente arruinado en pleitos, en esa fatalidad del destino absurdo que es la justicia Española, encarada contra su arte, calificado de odioso, tras un pronunciamiento del 2015 donde amordazaron, secuestraron los jueces, los políticos y empresarios: la libertad.
Unas palabras nacen de sus labios censurados en un monologo distraído lleno de ternura, contemplando cuando aún poseía una graciosa melenita castaña que brotaba pura en su hoy cabeza cuarentona rasurada:
Este era yo cuando tenía 25 años.
Era joven, guapo, inteligente, poseía un gran talento. Tenía todo lo necesario para triunfar. Hoy me pregunto:
¿ qué me paso?
Como es posible que me acabara convirtiendo en un enemigo publico de la nación.
30 de Agosto del 2019.
Hoy he viajado en el tiempo, a uno de los yacimientos del paleolítico superior más importantes del País Valenciano, cuando entonces era una nación del silex, una gran potencia en la fabricación de raspadores, puntas flechas, arcos, hachas, cuchillos, y otros utensilios para la caza. ¡ Qué poco ha cambiado socialmente este país ¡ He llegado a la balsa pluvial de Soneja, se encuentra en lo alto de una montaña, y es uno de los paisajes más bellos que haya visto nunca. Su lago forma un gran ojo cristalino donde se reflejan las nubes. Sus rocas de rojo rodeno están cubiertas de matorrales, y a la otra punta del lago, unos árboles grandes hunden sus raíces en el agua. La sombra de unos patos cruzan por el agua y el canto de las ranas llaman a las lluvias. A este lago venían rebaños de hombres hace 18.000 años a cazar manadas de animales. Entonces matar costaba mucho, era difícil, todo un logro colectivo, por eso la vida perduraba. hoy matar no cuesta nada. Lo hacen las maquinas, y la vida perece fuera de esta corta orilla conservada como una reliquia prehistórica.
1 de septiembre del 2019.
A mis compañeros del grupo del arte no es delito. La tregua de agosto de la justicia ha terminado. Mañana el curso judicial se reinicia como las cacerías del paleolítico tras las lluvias.
Estoy frente las murallas de Sagunto, es domingo y no puedo dormir más, mañana despierta el elefante con toda su maquinaria dispuesta aplastarme. Sobre los murallas y el teatro de la ciudad milenaria veo que se ha elevado de nuevo el sol , y ondea sobre mi cabeza que reposa en la hierba del circo romano.
Me va a dar de lleno en la cara cuando caiga, seré aplastado cuando acabe el ocaso.
Por las noche viene y va como un fantasma el elefante cuando cierro los ojos.
Sabéis que fui fue a luchar yo solo contra toda la nación paleolítica rechinando los dientes.
Pensé que ganaría, y ahora viene toda la nación para vencerme.
No son bastante altas estas murallas, ni las trescientas firmas para salvarme.
Mañana despierta el elefante.
He afilado como un silex cada palabra, pero la nación paleolítica sabe que soy un tierno mamut, y huelen la justicia española mi débil sangre de poeta.
He respirado tranquilo en mis campos durante el mes de agosto, he sentido la paz cinco minutos bajo una Jacaranda con una gato negro en sus ramas pidiendo al señor:
Lava, lava las manchas de mis ropas y mis heridas, porque me llevan sucio y herido a un juicio sabiendo que no tengo culpas, hasta Cristo me gira la cara para no verme como tantas veces él, sacrificados por los siglos de los siglos los corderos que sacaron la lengua en las naciones paleolíticas. Los perros conocen mi historia, son testigos de que no estoy lleno de odio ni rabia, pero aún así me han condenado al infierno los sabios y justos demonios.
Les daré mi última palabra camino del cielo:
“Bienaventurados los que lloran porque serán consolados,
Bienaventurados los benignos porque poseerán la tierra,
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia porque serán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos porque alcanzaran misericordia.
Bienaventurados los que sufren persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados seréis cuando los hombres os maldigan y os persigan y cuando profieran toda clase de calumnias contra vosotros. Alegraos entonces y regocijaos por que tendréis en los cielos una recompensa grande” ( San Mateo)
2 de septiembre.
Bajando el poblado Ibero de Orley, por el sendero que desciende hacia Xilxes , la luz del sol se pierde entre las columnas del edificio del deposito Segarra y un bosque mediterráneo que florece por los roquedos de la montaña . Un amarillo huevo sumergido entre los picos se va volviendo más negro, y a las espaldas del fondo, surge la vinosa oscuridad marina que va subiendo alcanzando mis últimas palabras:
Oh Ocaso,
No sé cuantas veces podré de ti.
No me olvides Sol.
No olvides a los más pobres de tus hijos.
Ni a los árboles, ni a los arbustos, ni a las flores,
En la nación paleolítica del silex.
Oh Ocaso.
Angelillo de Uixó.