Naufragué en el lago profundo de tus ojos,
me atrapó tu clara, mágica y hermosa iris,
sucumbí en sus aguas como en el Nilo Osiris,
tus pupilas dilatadas, fueron cerrojos.
Me reflejé sutilmente en tu cristalino,
saciándome sorbo a sorbo de tu hermosura,
me descansé en los meandros de tu espesura,
sentí tu mirar suave, como lino fino.
Tu córnea permitió el paso a mi esplendor,
entré silencioso, dándote mi color,
te fuiste abriendo, entregando, diste tu flor.
Me zambullí profundamente en tu retina,
clara, trasparente cual celestial piscina,
desde entonces eres tú, mi preciosa mina.