Se me estremece el alma, al ver el brillo de tu ser florecer. Ante tal obra de autor desconocido, todos los poetas callan al ritmo de su caminar.
Mientras vive, todo somos esclavos de su belleza imperial. Majestuosa mirada que mata y arrastra a los soldados a poner en bandeja de plata su vida por ella. Aquella apología de su cuerpo es como el significado de la vida, es más grande de lo que podamos concebir... sin un sustituyente ni antagonista, única, en este cruel paraíso sin fin.
¡Oh alma gemela! Mi conciencia me atormenta, y quiere pedir perdón, porque en mi corazón aún se ahonda el profundo recuerdo del sublime perfume de tu piel, el brillo de tus hermosos ojos color ámbar, aún está aferrado a mi eterna ilusión, que hace desfallecer a mi corazón en un martirio de amor efímero. Mi alma la anhela... ¡y culpo al arquitecto de la vida!, por haber diseñado con inequívoca perfección al ser del cual me hice esclavo. Tu mirada, tu piel, tu pelo y la manera en como caen las cascadas de bronce sobre sus hombros; es la razón por la cual el sol fallece cada tarde sobre el regazo del mar. Es la razón por la cual el universo no tiene ni un inicio ni un final.
No he de negar, que me derrito ante tu simple presencia, que los días y noches se convierten en una constante escena ficticia, de la cual eres partícipe en la utopía del amor, donde no hago más que complacer y enriquecer sus anhelos más profundos de tu corazón.
Lo tengo que confesar,
Estoy celoso del viento que se desliza en el Alba suavemente por tus largos cabellos,
o del agua que toca tu piel desnuda, o de la vida por tener la dicha de tenerla ente sus cimientos, estoy celoso del espejo que te mira cada mañana y calla con dolor el deseo de reflejarte eternamente.
Pobre de aquellos que no fueron capaces de verte sonreír, y privilegiados aquellos que valoran cada suspiro de tu amor, ¡oh dama celestial! Prometo hacer pagar al universo por ser tan injusto con la vida, y crear algo más perfecta que ella misma.
Sonatas fueron las que rebosaban tus oídos en mis sueños, las cuales te dediqué, y bailamos juntos, y sin importar el porqué, seguí escribiendo versos y prosas exclamando mi eterna agonía por tu amor, que ciega mis sentidos y le sentido a las obras de Van gogh.
Me he convertido en un ser semejante a lo irreal, pensando en cómo conquistar un alma, la cual vaga por mis memorias haciéndome frágil ante su noble mirar, queriendo algún día para ella ser inmortal.
he de decir, que después de esta agonía,
Espero que a este esclavo, nunca lo dejes en libertad...