Atenea Heredia

Una vida difícil después de la muerte.

 

Me encuentro en un tribunal, 

No se donde carajos estaré en un par de días más,

Pero me arde, y también entiendo, 

Que me place,

Al final de cuentas esto me es, deseable.

 

Si es por ti, apuesto mi libertad,

Y que pase lo que pase.

Te aguardo en un rincón de mi mente,

Y me uno al desastre.

 

No te aplaudo la circunstancia pero en esta,

Te veo loable,

Diosa aclamada de mis más profundos rezos.

De esta, si salgo,

Acudo por completo a mi destierro.

 

Intento no forjar ningún auge de sentimiento,

Pero esos ojos tuyos que me miran tan particularmente 

Me hacen amarte, y luego sentir todo funesto.

Esa atención tuya, 

Que a lo lejos solo grita “lo lamento”,

Me hace esclava, de todo lo que por ti siento.

 

Apiádate de mi,

Que hoy, después de todo, ya soy silencio.

Y por favor...

¡Huye pronto ya de mi!

Que me agoto por tus dulces labios,

Y tú boca de tanta experiencia.

Si te imploro una vez más,

Solo tenme paciencia,

Que espero saber olvidarte

O por lo menos disimularlo con mejor ciencia.