Moliner Vallés

La espina sin flor

Espinas que nos rodean el cuerpo;

dolores de aguja gruesa.

Tú en la colina, clara y lejana;

mis manos no alcanzan, rotas yacen.

 

Un veneno lento me cubre, 

rojas grietas que apabullan al corazón; 

algo suena mal, algo suena a roto.

 

Nudos, enquistaciones, lodos... atascan la voluntad,

y no queriendo salir, se esparcen con silencio entre las bocas.

Ni puedo ni sé controlar este fuego, 

esta huella invisible que se va expandiendo.

Parece una llama triste, 

el miedo a la esquina de una cornisa.