Tras cristales que no esconden nada
se la ve, tan bella, tan ocupada…
como cada tarde él la observaba,
desde un rincón muy abajo,
donde nunca percatara su presencia
Ella distraída, él concentrado en ella…
Nunca vio sus ojos de cerca, no conoce
su sonrisa,tampoco su voz, ni lo que piensa,
sólo sabe que es perfecta,
pues de que sirve la realidad cuando puede soñarla
y creer en ella, en su amor, en su dulzura…
Días y tardes enteras camino a su casa él
pasaba a saludarla, a decirle lo mucho que la amaba,
ella siempre ocupada,
contestaba que lo extrañaba y juntos
bien distantes conversaban,
de la vida, de los problemas y se consolaban,
sin que ella se entere de nada .
Ese otoño, lluvioso y monótono ella no estaba,
en su lugar un vacio se divisaba día a día tras esos cristales,
presuroso él, se dirigió a saber,su corazón
desesperado no pudo contener la angustia;
atravesó una puerta, siguió por un pasillo,
subió los escalones y en su escritorio encontró
una nota que decía:
“siempre estarás entre nosotros”…
Ella se había ido para siempre
llevándose consigo la ilusión de aquel
que la amó sinceramente…
De que le sirvió entonces soñarla desde lejos,
si en vida no pudo darle todo el tesoro
Que guardó dentro…
Solo el recuerdo de su alma permanece en
la distancia tras esos cristales
que no esconden nada…