Armonizo tu huella,
con voz callada y pluma ligera,
sin el eco de la fama,
hacia ti, manto bendito, flor eterna.
Con virtud piadosa,
mi poesía... a tu ara santa se eleva,
a ti, mi Alta Señora,
que por doquier me haces de guía.
De tal manera que, mi existencia
en tu visión persevera,
y tu mirada... a meditar me inspira
de verdad proveída.
¡Oh Virgen María!
Que brillas ante dios como luz primera,
en su más alta gloria,
te agradezco cada día tu compañía.