PARECE QUE ESTA VEZ NO VA A SER DE MENTIRAS
además, la vida se estaba volviendo mediocre. De 1948 a la fecha se me perdonó la muerte, pero ahora ya la veo al margen de mi puerta, en mi silla, en mi terraza, a un lado de mi cama, puntual. Ya comencé a ser indiferente al día, las emociones las dejé colgadas en el reloj de la casa que repetía y repetía su tic tac.
Quién sabe si Elías y Ramírez sigan vivos. Recuerdo que antes de que ambos se matrimoniaran éramos amigos entrañables y pienso también en las veces que nos divertimos cuando respirábamos las porquerías que hoy fuman otros jóvenes.
Pero ya soy como cualquier otro hombre ignorado por sí mismo y sin nadie que lo toque. Recibo una o dos cartas por año de mis hijos que insisten en que van a venir a verme, pero nunca tienen tiempo, sus trabajos, sus quehaceres, es normal.
Ya tengo el malestar de la muerte que se resume a la inapetencia de todo. Como el aleteo de un pájaro ciego que se golpea de una pared a otra. Si pudiera morir en este instante simplemente apagaría las luces y dejaría que la obscuridad adormeciera mis mejillas hasta el día de mi resurrección.
¿Qué es lo que me pasa éste día? Que al mismo tiempo que mis ojos se cierran, el camino se ilumina en un posible encuentro con Dios. A ver si es cierto todo lo que decían en la iglesia o si solo me deje morir antes de tiempo. A ver qué sucede.
A ver si me levanto otra vez a vivir.
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