Nunca fue mi intencíon morder la manzana;
Supongo que eso no me exime de culpa,
Cayo en mi boca, avara de cariño,
En no soltarla, empeñadas mis manos.
Hasta quedarme tan solo, el amaderado y triste rabito.
Mirando de lejos, al pasado;
Veo lapsos de un tiempo insatisfecho
Espantando a los cuervos...
Echo de menos, los destellos
Las luces en días negros, perlas del abismal
Tuve que ahorcar mi egó y aniquilar dudas
Ahora siento el amargor, del cianuro de las pepitas.
Tiemblan en mi mirada, gotas de sal.
Siempre podré utilizarlas, para hacer charcos...
O amasar pan.