Moisés Sánchez

Nuestro idilio eterno.

Vuelan mis manos sobre tu piel morena
y tus poros sudando pasión me dan la bienvenida,
aterrizan mis deseos sobre tus piernas
y mi boca explora entre ellas
con un verso,
con una lengua intrépida 
rimando erotismo 
subiendo por tu cuerpo
a cien gemidos lentos,
visitando el valle de tus senos 
bebiendo el agua de pecho 
mientras las caderas
se dejan llevar por su propio viento:
reconciliación, amor y sexo.

Tus manos crean un paisaje en mi espalda
dejando huella de cuanto me amas
y cuanto disfrutas que te haga
perder la calma.


Besando tu cuello siento tu pulso
y tu sangre hirviendo,
y por detrás, tu espalda 
exigiendo ser parte del momento.


Bajando al ritmo de tu pasión
encuentro para afrodita,
una ofrenda de tu cuerpo,
y para mi:
mi perdición,
mi delirio,
y mi salvación.


Comienza entonces, un rito de sanación
dos seres en un mismo éxtasis,
una misma alma en reencuentro,
entre tanto gemido ha encontrado su complemento
entre tantos \"te pertenezco\" 
saliendo de nuestras bocas
mientras terminamos de entregarnos,
nuestros brazos forman un rompecabezas perfecto.


Nuestro idilio eterno.


Tu pelo se enreda en tu cara,
formando una red para que no se escape nada
de lo que has sentido,
para que no se vayan nunca los besos 
que formaron un mapa en tu piel,
recondándome por donde, mujer,
es el camino para hacerte perder 
la cordura,
recordándome por donde, mi bien,
está el camino al más inefable ser.