Te quiero como a una alma gemela
como el árbol extraña a la gota al final del verano
Te quiero como extranjero a su tierra
como un amor épico a un descenlace trágico.
Te quiero para quererte bien y sin atajos,
bonito, libre, de día y noche, sin tiempo;
con la mente abierta y sin lugar a miedos,
con el corazón tranquilo y el valor en las manos.
Te he querido como Don Quijote a Dulcinea
con la ilusión que proyecta una epifanía
con la devoción leal de mi alma limerente
que da por cierta tu divinidad meliflua.
Te he querido como los soldados al partir a la guerra
con la pasión incandescente de las promesas furtivas
con la esperanza de encuentros cercanos a futuro
con la nostalgia por las citas en primavera.
Te querré porque no se me da la gana otra cosa
porque por ti las mariposas han vuelto a volar
porque mi rebeldía se traduce en acciones
y seguiré caminando hasta donde quieras llegar.
Te querré por si acaso y por si te hace falta
por la loca cordura de pertenecer a tu historia
por el recuerdo que invade mi cara con una sonrisa
cada vez que me escribes, me hablas y me tocas.
Te quiero porque no sé hacer cosas a medias
y no es coherente dosificar el cariño,
Te quiero por el gusto de tenerte en mi vida
y llamarte mi novio, amante, cómplice y amigo.