Camino la vida y miro a todos lados,
la brecha es larga y fuerzas no tengo,
no sé qué persigo ni por dónde ando
sólo espero encontrar refugio y no ser vencido.
Siento que el sol solo brilla para otros
y que la lluvia moja mi corazón en cada célula.
Siento que los pulmones fallan con cada respiro
y que en cada bocanada el aire quema.
Hay gravidez en cada parte de mi cuerpo
y las caras se quedan sin rostros familiares,
estoy en medio de un mundo erguido en ruinas
que borra el rastro de mis dichas personales.
No creo en el gusto por aferrarme a nadie,
vivo en un bosque de estatuas sonrientes
a merced de los compromisos sociales continuos
que me amarran a proferir gozos corrientes.
Ando ávido del lugar donde el peregrino arraiga
sin brújula o mapa más que la conciencia,
busco y camino las sendas que inquietan al alma
y con suerte espero cruzar varias fronteras.
Probaré el sinsabor de las despedidas abruptas
para reestablecer la balanza que se inclinaba al olvido
dedicaré esfuerzos a ver la luz en mi mismo
y cortar de raíz las cercanías que abruman