Parece que fue ayer aquel 8 de Septiembre del 1984.
Con solo 17 años tomaba un bus que me llevaba a un nuevo destino.
Una maleta cargada de tantas ilusiones, sueños, anhelos.
Una gran aventura que duró luengos años.
Recuerdo mi difunda madre en la estación del bus, no quiso bajarse del auto, pues era grande su pena. Entre lágrimas me despedí de ella después de haber recibido su bendición.
Mi padre en la puerta del bus se despidió, un fuerte abrazo y un beso. Un beso que conservo como un tesoro. Un hombre rudo y duro, hijo de su tiempo y de su historia. Su familia fue lo primordial en su existir.
A las 18.45 en punto partíamos rumbo a la capital. Toda la noche de viaje, tiempo suficiente para pensar, reflexionar, meditar sobre mi futuro.
Hoy quiero dar gracias a DIOS y a la vida misma por todos estos años. Por todas las experiencias que he vivido, buenas y no tanto, todas ellas me ayudaron a ser lo que soy hoy. Quiero dar gracias en especial a todos mis antepasados, aquellos que de una forma directa o indirecta contribuyeron a mi existencia: bisabuelos, abuelos, mi madre….Los honro, los respeto, les agradezco su existencia. Una manera concreta de vivir, existir y ser que admiro. Bendíganme y guíenme en el camino que realizo con sus logros y fracasos; triunfos y sufrimientos; errores y certezas…una forma diferente y plena de ser humano.
Miro con esperanza al horizonte con la certeza de que lo bueno está aún por acaecer, es más está ya acaeciendo. Termino con una frase que leí y me quedó impresa: \"Elijo creer que las cosas son posibles, incluso cuando no sé cómo, ni cuando sucederán\".