Amor mío, hoy a la cumbre hemos ascendido
de la montaña más alta para ver desde ella
el águila que sube a las nubes y la estrella
que tanto brilla apenas el ocaso se ha ido.
El rumor de la gente no llega a nuestro oído
ni el remoto y eterno bramar de la mar bella,
todo es calma, sólo el lucero su luz destella
para guiarnos en las tinieblas el recorrido.
En este lugar de silencio y tranquilidad
quisiera permanecer para siempre a tu lado
contemplando sin descanso el mar de tus ojos.
Yo acerco mis ígneos labios a tus labios rojos,
pero tú, esquivándome, te giras de costado
con la sonrisa cruel en tu cara de beldad.
Canciones de amor.