Me dices que no te mire,
me exiges que no te hable,
que no gire la cabeza
cuando te encuentre en la calle.
Me dices que eres pudiente´
y yo un vulgar emigrante
que apesto a guerra y miseria
a incultura, miedo y sangre
que eres de buena familia
que soy un muerto de hambre
y no podría pagarte
ni el vestido pa casarte.
Pero tu eres mi levante
mi cenit, mi medio día
sin ti, la vida es más negra
que un anochecer a oscuras
que un poniente sin estrellas
que un firmamento sin luna...
Un día te darás cuenta
que los vestidos de boda
a veces son la mortaja
con que la vida te ahoga,
que vale más una mano
limpia, sincera y abierta
que aquella que te encadena
con anillos y pulseras
y luego te echa las las llaves
y en sus palacios te encierra.
Entonces ya será tarde
y habré levantado el vuelo
pa construir otro nido
libre de miedo y de celos,
donde vivir con mi hembra
en libertad y armonía,
donde la gracia del cielo
nos bendiga cada día,
donde no alcance tu llanto,
donde no lleguen tus risas,
donde tu imagen se pudra
y tu recuerdo no exista.