Un soneto con gracia seductora,
para Rosa, pidieron que escribiera,
que del cielo el encanto poseyera
con su rima sutil y encantadora.
Intentando pintar a tal señora
yo rebusco metáfora hechicera,
donde amor y pasión fundir pudiera
con su estampa de niña soñadora.
Busco y busco la flor con el aspecto
que despliegue su embrujo fascinante;
a ninguna le encuentro lo perfecto
que posee su imagen deslumbrante:
¡Todo en ella es tan grácil y dilecto
como rayo de fúlgido diamante!
Autor: Aníbal Rodríguez.