Hay mensajes ocultos con doble sentido,
inmoralidades disfrazadas con risa,
verdades absurdas que desgarran,
y tristezas perversas que se justifican.
Hay de esas ironías indolentes,
todas muestra de la descarada apatía
producto de la deshumanización innata,
que ha sido por la cultura difundida.
Hay caminos que concurren en abismos
y precipicios que construyen esperanza,
habitados por muertos que destellan vida,
visitados por vivos que sufren por nada.
Hay seres olvidados y famélicos de cariño
que buscan robustos desechadores de amor
para ver su reflejo en la amargura
y blasfemar a causa del dolor.
Hay figuras orgullosas de sí mismas
y orgullos que se amoldan al mal trato,
pero no hay modo de convencer al seguro
de la fragilidad de sus arrebatos.
Hay dualidades disponibles a placer
resultantes de carácteres de doble ánimo,
pero la contrariedad más absurda existente
es no complacer al yo por vivir en automático.