Cuando se evaporaban las perlas del rocío
esta agradable mañana de primavera,
me acerqué muy quedo de tu casa a la vera
para trocar un beso tuyo por otro mío.
Pero ¿cuál no habrá sido mi aciago desvarío
al descubrir tu hermosa mansión cerrada entera
y que en todo su derredor ni un alma siquiera
se haya dignado sacarme de este gran vacío?
Desde ese momento peno por tu cuerpo ausente
y añoro los dulces besos de tu linda boca
que me guiaban al éxtasis de un mundo mejor.
Ya no anhelo nada del atroz mundo presente,
pues en esta aciaga vida toda dicha es poca
para quien se ha quedado sin su verdadero amor.
Canciones de amor.