Extiendes tu brazo
Del hombro hasta el índice abierto,
Extenso.
Empujas el viento fresco que acorbata mi cuello.
Es tu incipiente saludo de viejo amigo que regresa.
Maestro de acuarelas grises en las nubes,
En los cielos y atardeceres rojos.
Maestro impenitente de oleos amarillos y ocres.
Ven, contemos de nuevo el grano.
Pinta de nuevo el verde bajo estos pasos cansados.
Bebamos del vino que espera en las viñas parturientas.
Cantemos con melodías tristes de viento
Hermanados en el abrazo de fracaso de los borrachos.
Deja sosegar en mis parpados
el cansancio de los rastrojos esquilmados.
Lagrimas ebrias del nuevo comienzo de tu reino.
Ven.
Que tienes alcoba en mi alma.