Soy tu proyección, tu habitación del pánico,
versos que deshojas, estrofas que osan salir.
Brasa matutina, chispa tardía, flama nocturna:
Fuego, Prometeo de un amago hecho cenizas.
Antes que devore un bosque o una casa, mi garganta,
cual mecha consumada, gritará a la humanidad:
“Cuando la noche expire, escribiré un incendio.
No me lastimes. No soy incendiario. No lo puedo reprimir.
Maldita soledad, ¿por qué no encuentro paz?
¡Ayuda! El fuego camina conmigo. ¡Ayuda! El final es aquí y ahora.”