Somos carne desmembrada
y almas que no se tocan.
Esa mirada que anhelo
ya no puedo confinarla
en mi apetito enardecido.
Nos hablamos de besos,
sin habernos tanteado.
Miramos nuestra vastedad
desnudando al deseo,
confesamos nuestro amor
en aquellas letras sin sentido.
Me ausento cada día.
Ya no vivo,
dormito en cada crepúsculo
esperando que llegues por accidente.
Eres ser que por edades
no has volteado ni en los inviernos,
vienes de otro milenio primario,
buscándome en la neblina del destino.
Estoy a la espera
de la orden cósmica.
Ya sabes amor que el vino, por dulce que sea,
no macera en las cubas del tiempo
tiene que esperar su fermentación.
SOLMEDITERRÁNEA