A la orilla del viejo río,
lo umbrío,
me absorbe cada poro
y al verso mío...
En reposo,
en este lugar bendito,
sobre un peñasco de granito
y del sol escondido...
Miro asombrado,
los cuerpos de ingentes troncos,
con pájaros sencillos,
y corazones volando entre pinos...
Cuán bello sitio,
del cual me llama su encanto,
su leve concierto,
y de la corriente su movimiento...
Y en el fondo de mi corazón cristiano,
con gozo en este paraíso,
vivo al Dios Creador alabando
en sumo regocijo...