Se oye el trino de algún pájaro, mezclado con el ensordecedor e irritante, sonido de coches y autobuses. Ruido de envases de vidrio, chocando al caer en un contenedor.
Aúlla a mis espaldas y me hace sentir un escalofrió. Es el frío. Aquí no hay lobos, ni nada que se les parezca. O tal vez si... Quizás bestias muchos peores...
Me asomo a la ventana, quiero ver si el vagabundo de ayer, sigue durmiendo enfrente.
En ese pequeño trozo de tierra, donde viven las acacias.
Hoy es más tarde que ayer y ya no está. Pero si el rastro de unas mantas, que indican, que ha pasado hay, otra noche.
Ayer lo vi, hacia bastante frío y estaba dentro de un saco de dormir rojo, que no veo por ningún lado…
Abro mi teléfono y lo primero que leo “Siete hombres se suicidan cada día en España”