El día se presenta gris y lluvioso.
El sol brilla por su ausencia mientras el viento úlula a través de la ventana.
Una jornada de silencio y reflexión.
Largo camino emprendido entre valles, colinas, cascadas.
Ciudades, pueblos, barrios.
Lenguas, culturas, costumbres.
Paisajes variados, climas diferentes.
Diversas lenguas y expresiones, dependiendo de las regiones.
Me siento afortunado de todo lo vivido.
Cada ser humano lleva consigo una riqueza que descubre lento.
Etapas que cruzamos, situaciones que superamos o no, nada está escrito.
Ahí está la grandeza, todo lo has de escribir tú.
Los años comportan la experiencia y la experiencia la sabiduría.
La vida me ha enseñado a darle el justo valor a las cosas, buscar lo esencial dejando de lado lo efímero. Valorar a quien está a mi lado y ha demostrado que me quiere y estima. He regalado mi ausencia a quien no valoró mi presencia.
Pesado fardo el rencor, la intriga, el odio, la envidia; lentos van minando la autoestima, destruyendo relaciones y hasta la misma felicidad, que tiene su base en la tranquilidad de tu sagrada conciencia.
La muerte, cara a cara he visto, no sé por qué me ha perdonado. Al lado de personas queridas he estado, mientras cruzaban el umbral, dura vivencia, lo confieso. Me ha ayudado a ver el sentido del existir. La sabia “Pelona”, trata a todos por igual, nadie se ha de librar, mejor llegar a sus brazos, sobre todo sin remordimientos y, por supuesto, sin grandes aspavientos.
Vivimos con nosotros mismos toda la vida y triste constatar ser tu peor enemigo, pues ¿Quién más que tú te conoces en profundidad y sabes tus debilidades?
En este día especial entro profundo en mi ser y me doy cuenta de lo aprendido y, lo mejor de todo, que aún hay mucho que aprender (perfecto no soy ni pretendo serlo) , pues la vida, amiga, amigo lector, es una maravillosa aventura, que dura lo que dura, dependerá de tí si es dicha o simple y complicada desventura.