Eso de que la disciplina con el tiempo terminará superando al talento, es para seres sin alma, que pueden soportar las exigencias de la técnica, sin rechistar.
Conmigo no hubiera funcionado, no tenía ni la inteligencia, ni me faltaba el alma.
Fue lo que se me quiso imponer en la niñez, un ser tan pasional, como lo fui, obviamente sufrió ese transcurso.
Hoy mi alma ha muerto, y no necesariamente por obedecer a lo que la sociedad me pedía.
Tal vez fue un acto de amor, el dejar morir mi alma, para que esta no sufriera.
Aunque no sabía hasta donde podría afirmar que mi alma ha muerto; que se halla desaparecida, tal vez sí.
Pues de vez en cuando algo cruza mi vida, y me trae algo de ella, un recuerdo, que parece recuperarla completa y por un instante es como si la tuviese.
Obviamente los recuerdos terminan desapareciendo, pues son meros pensamientos.
Tal vez quiero desaparecer mi alma, y desaparecer todo lo que fue suyo, para no recordarla jamás.
Pero ¿cómo? como olvidar mi alma ¿Cómo olvidar?
Yo no controlo mi memoría, es algo interior, tan propio que parece ajeno.
¿De verdad es un acto de amor?
Amor a mi mismo en todo caso, pues me amo tanto que no tolero verme sufrir por amar tanto a mi alma en un mundo que me obliga a olvidarla.
Supongo, y es lo que me digo a mi mismo, que es un acto de inteligencia.
Que entiendo el mundo maquinal que se cierne sobre el futuro.
Que mi inteligencia sabe que lo primero que se llevará ese huracán de vientos progresistas, serán las almas.
Mi inteligencia me permite ver el futuro más posible y calcula lo que pasará conmigo de tener alma.
Por ello mi plan es deshacerme de mi alma, pues de no irse ella, antes de la tormenta, yo también seré arrastrado a mi final.
Si bien nunca he sido inteligente, pude haberlo sido un poco, al tomar esta decisión.
Pero siempre he sido pasional, y tal vez lo fui, al tomar esta decisión.
Mi alma debe morir, es una descisión tomada tan firmemente, como mi escepticismo metodológico lo permita.
Matar por inteligencia, matar por amor ¿Cuál prefiero? cual me generará menos arrepentimiento.
Si es que acaso pueda arrepentirme, una vez sin alma ¿Qué será de mí?
Lo más probable es que mi destino este sellado, estoy condenado a ser asesinado junto con mi alma.
Y tal vez no es ni mi inteligencia, ni mi amor, lo que intenta matarla para salvarme de lo insalvable.
Es ella, que con su inteligencia y su amor, ha decidido suicidarse.
Sería su plan, un desesperado intento de quedarse para ella sola, con el destino de ambos.
Pero quién sabe, yo no, yo no sé lo que pasa, solo intento imaginarlo.
La certeza se me escapa, y lo único relativamente claro, es que mi alma debe morir, con ello, tal vez yo pueda vivir.
¿O seré yo quién esta muriendo para que mi alma viva?
Quién sabe, yo no, no veo el futuro.