No temo a la muerte,
la muerte es la puerta
que da paso a la vida,
temo al vacío, al olvido,
al silencio, a la nada,
al péndulo atorado,
a las flores secas,
a los ojos yertos,
a las bocas muertas.
No temo al dolor,
temo al sufrimiento,
a la negra sombra,
al silencio impío,
a la vida fatua,
al solar baldío
en que vaga el aura
del amor perdido.
No le temo al fuego
de vuestros infiernos
que más temo al frío,
al frío del miedo
a seguir viviendo,
de arrastrar el alma,
de vender el cuerpo,
de acallar el grito,
que desgarra el tiempo.
No temo al castigo,
temo al remolino
que todo se traga,
que todo lo borra
sin dejar constancia,
a la mano negra
que con su guadaña
arranca las hojas
de nuestro diario,
que vierte la tinta
en nuestras cuartillas
que rompe la pluma,
que rasga el cuaderno,
y apaga la lumbre
de nuestro recuerdo