Quiero risas de niño en la ventana,
una nariz pegada a los cristales,
el revuelo de un verso en la mañana,
un trino de calandrias matinales,
el rojo perfumado en la manzana,
una brisa entibiando los trigales.
Con poco, con muy poco tengo todo,
es mi forma de ver, ese es mi modo.
Por ejemplo, una tibia caminata,
un trozo azul de mi cielo sureño,
un clavel maquillado de escarlata,
el despertar después de un bello sueño
en donde se incinere en la fogata
el juguete de muerte junto al leño.
Con poco, con muy poco seré mucho,
tal vez gorrión, tal vez un aguilucho.
Quiero el claro cantar del arroyuelo,
la paloma que anide sobre el pino,
una insulsa mentira de consuelo,
un espejo que no hable del destino
ni arroje la esperanza por el suelo.
Quiero una rosa blanca, sin espino,
en la mano guerrera del soldado
y el furor de la lucha abandonado.
Quiero un mundo de paz ante mis ojos,
cansados de mirar tanta crueldad,
un mundo donde cesen los despojos
y reine para siempre la igualdad,
que se rompan uno a uno los cerrojos
y se pueda vivir en libertad.
Quiero a los hombres lejos del olvido
del pequeño que muere desnutrido.
Apartado del ego y la malicia,
quiero un poema pleno de verdades
que deje de recuerdo una caricia
y un puñado de amor sin vanidades.
Pido poco. ¿Mucho es pedir justicia?
En mi rincón de ilusas ansiedades,
ruego a Dios que a mis pasos los bendiga,
por la senda final, libre de ortiga.
Derechos reservados por Ruben Maldonado.
(Publicado el 12 de septiembre de 2012)