Molde dúctil de alma maleable,
deformado por huellas y guijarros,
mil veces pisado y nunca recuperado.
Lodo de cicatrices, engrudo de torpezas,
pasta salada de deformadas ilusiones,
pretencioso matriz de viscoso mucílago.
Amalgama cruzada de cicatrices,
fango expuesto, ignorante y confiado
deseoso de ser máscara perenne
de esencia ilustrada y sosegada,
horma de guante de mano cálida,
cuño y troquel de besos.
Barro secado entre susurros
y cocido en fuegos de ilusiones,
entre restos de viejas cerámicas
fracturadas por la rabia.
Nueva porcelana de rosas decorada
sujetaré entre mis dedos,
sudorosos de aturdimiento,
temblorosos y temerosos,
después del largo letargo
y olvidada su maestría.
Cuenco ceremonial de alma cálida,
nacido de cieno salado de ira y rabia,
lleno de canciones e imágenes
que serán curadas en su vientre
y sanarán las manos timoratas.