Y ahora estas tan lejos, tan a distancia de mis besos, de los costados de mi cuerpo. Recuerdo, como un verdugo que latiga con el paso del tiempo, que me pedías todo, y yo, estúpida yo, que lo tenía todo en mis manos lo escondía en el bolso de mi pantalón viejo.
Porque te negué y rechace un par de muchas veces, y volvías, pero era claro, un día me darías la espalda y el masoquismo de mi melacolismo te buscaría, y tu, ya no sonarias a ti mismo el enamorado, ahora serias tu el decepcionado, serias otro el que hablara, descortés, cortante, insignificante, seco, fríamente seco sonarían tus respuestas cuando iba a buscarte. Creo ahora que es este mi castigo, saber que te tuve y por indiferente te he perdido. Por no darte el lugar que ahora te reclama y te ahuyenta, no te quedas, porque no te busco y tus manos acarician otra alma que te dará lo que mereces, por mucho que eso pese, por mucho que lo lamente, no te amaba cuando te tuve hasta ahora que te he perdido, y es extraño decir que si volverías a ser el mismo, dejaría mi corazón de pulsar el mismo latido, volvería yo a ser quien soy y tu siendo el escondite que buscaba cuando las tinieblas y la soledad me cansaban. Dejarías de ser un breve pensamiento impredecible, por la vaga ilusión que me aluce de querer lo intangible, lo que permanece a distancia.