Ben-.

La verdad de la poesía-.

Quietud de la noche.

Se vacían los coches.

Con alcohol de ramera.

Y estatutos de silencio.

Las piernas hieden a francachela.

Los atributos dormidos también.

Por el exceso de copas o roncas

conversaciones.

La vida es ese círculo continuo

en el que uno cae hasta lastimarse.

Para no levantarse en absoluto.

A las puertas de las discotecas,

asoman policías de emergencia.

Cuerpos dotados de pistolitas de rayos

eléctricos.

La vida pasa en un suspiro, hojas

debatidas entre el viento, como sales

de agua potables dentro de una bañera

de los suburbios.

Y esa delgada hoja de cuchilla oxidada.

Que penetra en la carne y la hace hirsuta,

negra.

La verdad es que un cuerpo tampoco vale

tanto.

Y la noche se viste de nuevo de tristeza.

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