«Ríe el todopoderoso, santo y creador de obviedad mentirosa en paradisíacas imaginarias. Entelequia de la indiscutible culpabilidad por omisión de justicia. Con hipócritas profetas que, habilidosos, afirman representarlo en nuestro domicilio frente arrodillados devotos. Por ello, los dioses no existen: jamás calificables vástagos de una fábula llamada Diablo, sempiterno y ebrio en la dimensión onírica del éxtasis»
(Alberto JIMÉNEZ URE)