Nunca negué mi miedo al óbito.
Mi mente se asustaba.
Mi corazón se acalambraba.
Jamás quise aceptar ese hecho.
De que mi cuerpo terminaría en un trecho.
Quien ha amado la vida, me comprende.
Extrañaré ese fulgor de la mañana
Cuando los ojos abría, ¡vaya, dicha!
De la que ahora carezco.
Otro día llega, y mis ojos ya no abro más.
Llanto en silencio, tristeza y furia.
Explosión de emociones, destellos de recuerdos.
Pero mi esencia extinguida.
¡No recuerdo el momento!
Mi cuerpo y mi alma en disputa estuvieron
Ahora mi camino termina, un desvío desearía
Pero todos tendremos ese día.
Christ Noza