Cúspide de placer,
éxtasis carmín.
Rueda por mi cuerpo tu boca,
equilibrista sin fin.
Óbligame a enredarte,
desata tus prejuicios.
Escandalicemos al bullicio
con una rima asonante
de sentir y desenfreno.
Necesitaba tocarte, lo echaba de menos,
Pensaba que nuestra locura
se había infectado de amargura
y no quería rendirse al veneno.
Veneno de pieles asfixiadas de besos,
apestadas de amor pleno y melodioso...
Resulta en tu seno el despertar más grandioso
si me muero en tus ojos de nuevo en deseo confesos.