Ven a mí mojado,
con frío y despeinado.
Ven hambriento de besos
a entibiarte en mis llamas.
Ven desnudo
y ebrio de amores
a colgarte por mis ramas.
Sube y baja por mi cuello
y detente
donde ya no hay esperanza.
Ven sonriente y con lágrimas.
Con el alma en las manos
y abandonado.
Haremos una barca
del lecho e iremos,
dónde la tormenta nos llama.