Yo reclino mi frente en la tristeza
que bordea el dintel de mi pasado,
donde guardo el recuerdo venerado
de los días bordados con terneza.
Aletea cubierto de belleza
nuestro beso de ensueño perfumado;
que brotara del pecho enamorado
que gozó del nidal de tu pureza.
Hoy que lejos mis sueños de tu vida,
y tus alas volando en otros cielos,
se desprende de mi alma tan herida
una lluvia de instantes y de anhelos;
cuando estaba de amor tu luz prendida
y llenaba mis horas de consuelos.
Autor: Aníbal Rodríguez.