Un día cualquiera
No vacilo, no persigo ilusiones,
no desato sentimiento autónomos o de amor propio,
que alimenten egos y desaten la soberbia o el orgullo.
No reto al destino a darme sucesos por adelantado;
no busco respuestas, donde los necios o insensatos,
creen ver su camino y su verdad.
No me fío de ningún hombre, ni siquiera de mi misma; pues,
hasta yo me he mentido, y he tratado de salir por la puerta angosta;
pensando, que así, podré salírme con la mía
y lo único que he conseguido,
es arrastrar una pesada cruz de dolor, remordimientos y dos hijos;
y sé, que de ella descansaré, cuando la verdad se sepa
o cuando me haya ido.
Pero a todo esto, no lloro ni me atormento,
cuando sea el momento apropiado, en el momento preciso
ni tarde ni temprano, podré soltar mi pesada cruz,
dejarla en el camino y seguir sin ella.
No temo por el futuro y no todo el pasado, es pesado,
mucho de ello, ya lo he dejado allí, donde pertenece;
veo, que no todo está mal, si en algo me equivoco
sé que lo puedo cambiar o mejorar,
en eso me concentro cada día.
Sólo unas cuantas cosas necesito;
un amanecer, un despertar
y un nuevo día, tener, para amar.