Deja que me acerque a tu cuerpo
para protejerlo y conservarlo indemne
incorruptible y puro.
Deja que me acerque
impalpable como el polvo que cae y se asienta
intencionado a amontonarse por los siglos
de los siglos, hasta que termine el mundo.
Resucitaremos el último día
sacudiéndonos y quitándonos de encima
las costras que nos habrán guardado
como peces fósiles en las vetas de rocas
donde las perforadoras más profundas no llegan.