A veces el destino, juega a las escondidas con nosotros,
La vida tiene nuestro regalo de vida y el destino lo esconde,
Y nosotros vamos de trova en trova buscando aquello que es nuestro y que anda por ahí, pero no sabemos dónde ni cómo.
Igual paso contigo, la vida se conjugo en aquel encuentro,
No fue en un bar, en un café, en el aula o una noche cualquiera,
El lugar menos indicado, menos soñado y menos propicio,
Pero estabas ahí, nada particular, nada extraordinario.
No sentí nada de lo que dicen que se siente en un flechazo de cupido, tampoco te vi vagando perdida por mi poema cualquier noche, solamente llegaste y un raro presentimiento me dio tu mirada y sentí como se alejaba mi vieja historia.
Otras veces al caminar por la vida, con el pecho descubierto
Era vulnerable a cualquier mirada que atrapaba, a mis oídos les gustaba escuchar que le recitara algún verso de amor herido, Vallejo o de mi más preferido, Benedetti y cantar de madrigada.
En tu encuentro no hubo nada de lo que la noche acostumbra llevar a mis poemas. No encontré notas perdidas que después ordenaba en mi guitarra, no estaba esa mirada vacía y ansiosa,
Solo había paz, inocencia, mucha bondad y sin esperar a nadie.
Sin embargo algo en ti logro prenderme a tu vestir conservador,
Me enrede en tu pelo suelto y ordenado, dejándome sin versos,
Solo interrogando a la noche, queriendo saber lo que pasaba,
Adivinar esa nueva jugarreta del destino, encontrar mi lugar.
Nada, me sentí desnudo al punto del medio día, sin pluma, lápiz; sin poema y sin guitarra. Olvide mi manual de seducción, La principales canciones de Nicola di Bari, las olvido mi mente,
Esta situación me hizo sentir como Quetzal enjaulado y herido.
Sin saberlo, el destino me daba una gran oportunidad de vida,
Sin buscarlo, estaba ante mi último boleto de un tren a la felicidad, el cual perdí por estar preocupado por mi libertad,
Vivir, volar, cantar y dejar letras heridas; eso creí que era la vida.
Ahora al verte volar, al irte lejos y enterrar lo sagrado de ese encuentro, comprendo lo difícil que es reconocer la felicidad,
Busque la vida y no la reconocí, no pude verte como mi opción de vida, no pudimos volar juntos, quizá fue cosa de DIOS.
LENNOX
EL QUETZAL EN VUELO.