Con rayos de concordia regreso al pasado-presente
contigo; sin ánimo de comer las piedra de los deseos
recupero la pantomima absolutista y le cedo
al clímax de mi mal humor un sopor
de antigua consternación.
Rapsoda de desnudos y esfinges y gritos…,
de ida y vuelta a través de los Cárpatos: Te veo
en el cénit de una existencia risible y rememoro
la hora y media en la que fui cabalmente humano.
Hoy el resplandor de los versos es agradable
para las víctimas improductivas;
mas la centella recorre mi áspera antipatía
y la deja seca de voluntad y esperma.