Esta llama de amor la fue encendiendo
tu mirada de fuego, que despierta
el deseo voraz que va creciendo,
y mi vida consume y desconcierta.
Con la forma sensual que tu me miras
penetrante, vivaz, devoradora;
mil antojos morbosos tu me inspiras
porque siento su flama que perfora.
Si sonríes, mis venas se desembocan
cual corriente de río borrascoso,
pues tus labios tan rojos me provocan
las tormentas de invierno muy copioso.
¡Es por eso que juro cada día
que tendré de tu cuerpo su ambrosía!
Autor: Aníbal Rodríguez.