Con la conciencia herida
de haber nadado en mares de belleza,
empapados los cueros,
la mente eternamente condenada
a recordar aquella luz,
ahora regreso.
No como torna a casa el amante saciado,
ni como vuelve a puerto el marino insaciable,
ni como Ulises, hastiado del viaje,
ni envuelta en brumas de una Arcadia lejana.
Regreso a mí,
como regresa el pájaro a su jaula
o a su celda el cautivo
o el infiel a su cama:
rota de ganas de volver a partir.