Desnudos corrimos sin importarnos el resto,
nos intentan agarrar por detrás
pero gloriosos sin pantalones ni remeras
esquivamos hasta la opinión ajena.
El viento de la libertad en esa rebelión sin calzones
nos hace sentir cual guerrilleros victoriosos
y de repente las cuatro paredes no existen
y somos presos de nuestra infinita libertad.
Maldito momento en que decidimos crecer...
o dejarnos de besar.