Llorando en el sendero lúgubre de la vida desvalido mi suerte lamentaba...
Mi llanto brotaba a la meta inútil de florecer lo marchito en la desesperanza mientras los recuerdos veraniegos de felicidad, víctimas de invierno uno a uno en mi mente se mermaban...
Congelóse así lo grato que al camino mi fortuna consiguió... ¡Ardiente hielo helado que el verano derritió!