¡Qué amargo es, amada mía, el duro despertar
a la realidad que a nuestro corazón congoja
cuando el desdichado destino nos despoja
de aquel etéreo y maravilloso soñar!
Acostumbrado a un continuo y silente vagar
por aquella región ignota que a mi alma arroja
a un espacio de dicha y felicidad, me enoja
el regreso a un mundo de estruendo y malestar.
Quisiera, amor mío, soñarte eternamente
y recordarte como una delicada rosa
con tu verde mirada perdida en el mar,
pero inmerso y desamparado entre tanta gente,
mi adorable sueño, no puedo hacer otra cosa
que olvidarte para siempre y echarme a llorar.
Canciones de amor.