Así quiero recordarte mi adorada poetisa.
Con una sonrisa amplia y en tu mano una copa.
Brindado por la vida, reflejando tu hermoso sentir.
No quiero dar espacio a la tristeza, al dolor de tu ausencia,
Pues no estás ausente, vives en cada uno de los que te conocimos.
Siempre una palabra de aliento, un consejo, signos de cercanía y afecto.
Tus últimos años fueron dolorosos, sufridos, se resquebrajaba la crisálida que sostenía tu noble alma, hasta que un día extendiste tus alas y alzaste raudo vuelo.
Tu cuerpo no pudo contener la grandeza, la nobleza de tu ser.
Terminaste tu peregrinar por este Valle inclemente,
Pero en nosotros siempre estarás, pues jamás estarás ausente.
Al lado del Creador lo deleitarás con tu pluma.
Libre danzarás al lado de todos lo que antes partieron,
formando en el alto cielo la Gran Familia del alma.
No te digo adiós, mi querida Mariíta, pues sigues en mi corazón
y en el de todos los que te amamos y con gusto te recordarnos,
“HASTA SIEMPRE” TODOS JUNTOS TE CANTAMOS.