Incesantes ruidos me agobian y me rodea una atmósfera enfermisa de rencor y depravación,
Los hombres rinden culto al deleite sexual,
Los mismo hombres que se jactan de Santísimo y rechazan toda idea amoral,
Que asco me dan, y lo respiro.
El deleite que encuentra un hambriento al probar la carne y mas aun si es humana,
Y mas aun si es blanca cual copo de nieve se derrite en la boca del sediento convirtiéndose en néctar dulce y venenoso
Los hombres ya no son hombres
Son animales que se mueven por instinto
Y que mas da pues simpre fuimos animales y mas que animales bestias, bestias enfermizas, bestias infectas por la culpa, la misma culpa que nos invita a escapar del miedo y refugiarnos en nuestras propias tumbas, frias, lúgubres y morbosas