Tu voz, tan dulce,
serena sinfonía,
habla en la tarde.
Y llega a mí,
cargada de cariño
y de inocencia.
Cierro los ojos,
respondo a tus palabras,
con mi silencio.
Es tu sonrisa,
aquella que adivino,
en la distancia.
Viene sincera,
la atrapo con mis labios
y ahí se queda.
Sigues hablando.
Me cuentas de tu vida
y tus proyectos.
Parece un sueño.
Te escucho, te contesto,
y soy feliz.
Es un poema,
me digo en un aparte,
no es realidad.
Pero quien habla,
renueva los latidos
del corazón.
Rafael Sánchez Ortega ©
07/09/19