Que no sea un cuento de hadas, pero que si tenga un final feliz, con momentos alegres, muchas risas, llenos de luz y colorido; con situaciones difíciles que reafirmen el compromiso entre los dos y que abra las puertas a las reconciliaciones que siempre son muy buenas. Donde al final de nuestros días podamos voltear atrás y decir “Fue lo mejor que pudimos hacer, vivir la aventura, nuestra aventura”.
Escribamos nuestra historia, llena de signos de admiración por cada sorpresa preparada, por las muestras de amor, los momentos de pasión, las alegrías, las risas, por todos esos momentos buenos que queremos tener siempre.
Con signos de interrogación, que tenga muchas “¿Me amas mucho, cuánto? ¿Qué es? ¿Otra vez? ¿Te gustó?. Que estemos conscientes que aunque no sabemos que nos depara el futuro o el destino queramos llegar a él uno al lado del otro.
Con puntos y seguido, de todas las aventuras que terminan y dan paso a otra y a otra, de los recuerdos vividos, donde terminen los malos momentos y continúen siempre los mejores.
Usemos el punto y la coma para unir nuestras vidas en un solo párrafo que sea interminable, a veces en verso a veces en prosa; escribamos pequeños poemas de amor, de pasión y deseo, una historia de éxito, de crecimiento personal, de confianza y respeto mutuo, una vida en familia.
Destaquemos con comillas los momentos que nos llenen de alegría y que compartamos en algún momento de nuestra historia, la vida en común, nuestra vida como una gran familia, las bodas, los nietos, los quince años, la primera comunión, tal vez, porque no, un nuevo matrimonio, nuestra primera luna de miel, que se yo… lo que venga.
Escribamos nuestra historia, ya empezamos con los primeros párrafos, veamos de cuantos tomos logramos componerla.