De súbito estalló un estruendo
una voz familiar, sollozante, anunció tu partida
lluvia de fuego sobre mi almohada
pensamientos como dardos venenosos, invadieron mi cabeza:
ya no estás
no volveré a escuchar tu tranquilizante voz
ni contemplar tu profunda mirada, que tanto expresa sin mediar palabras
y aunque siempre correrás a través de mis arterias
nunca más podré abrazarte
Como destellos, viejas imagenes, recuerdos en blanco y negro; desfilan en mi mente y me acompañan al atravesar un largo y oscuro pasillo, deseo verte al llegar al otro lado, te busco y no te encuentro
ellos me repiten, que te has marchado
y mi corazón grita en un desgarrador silencio: ¡esto no está sucediendo!
Me consuelo al pensar que: lo que llamamos muerte es una transición, como lo fue nacer.
Morela Benavides, Montreal, Canadá