Cuánta inocencia hay en sus ojos!
Cuánta delicadeza en sus manos blancas!
el día gris de junio no logra opacar
la paleta de colores que pinta su aura.
Recuerdo su nacer como día primaveral,
a escasos pasos de un invierno que asomaba,
y cuando en mi soledad me preguntaba
¿dónde van las flores marchitas del otoño?
hoy las encuentro, muy bien escondidas
en el brote tierno de su singular sonrisa.
Niña, brisa mansa de mis amaneceres
su melena suelta con encanto de mujer,
ondulan libres sus rubios mechones
sobre su blanca y pura tez.
Ella persigue entusiasta la verdad
en un mundo donde la mentira
reina y ejecuta su poderío a la vez.
Su andar jovial es melodioso y poco lento,
con pasos acompasados por un suave viento
y en su frescura de años
ya tiene un par de sueños acumulados.
Su adolescencia lleva con un corazón bien lozano
inquieto, y ¿como no? también enamorado
tiene cientos de preguntas que aceleran su andar,
mientras le aconsejo que camine
más tranquila,
pues la mansedumbre es una virtud
que la ayudará a descubrir, de a poco,
algunos enigmas de esta misteriosa vida.
¡Ay muñeca de piel y sentir tan profundo!
puede doblegar mi dureza en cada alba
cuando la veo sumida al sueño de su calma
así tan frágil!, tan pura! entre mis brazos
¿Qué no haré por ella, mi hija amada?
soy su madre y me tiene rendida
a la dulzura de su mirada.
Su sangre es mi sangre,
su felicidad es mi lucha diaria,
Cada vez que la dicha perfume la tarde
y aún cuando la balanza de la vida
marque la desigualdad en el peso
de algún fracaso ...
Por ella, todo
mi dulce niña y mujer
por ella sudor y sangre,
por ella, todo!
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Hada Marilyn